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Representando no sólo el arte,
sino la vanguardia misma
Por Fernando Fraenza & Alejandra Perié, 2010.
Estamos habituados a echar mano a los productos artísticos para ilustrar la naturaleza social e ideológica de la construcción discursiva de las representaciones del mundo. Esto es, a mencionar cómo la representación artística toma parte ejemplar del régimen de visibilidad de una cultura dada; registrando dichas prácticas semióticas en la medida en que sus representaciones lo sean del mundo por medio de la obra de arte.¿Qué tenemos –por el contrario- acerca de cómo el arte se representa a sí mismo y en ello comulga aspectos pragmáticos de la ciencia?. Y, en este último sentido, ¿qué hay acerca de cómo el arte –- se asimila sino a la razón objetiva,[1] al menos al aspecto trascendental de la pragmática en el uso intersubjetivo de los signos?. ¿Qué puede decirse de los procesos de autonomía del arte moderno, que lo son también de desencanto y de evidencia dialógica?